Acción tutorial y prevención de conflictos

Acción tutorial y prevención de conflictos 

Tratar de trabajar y cooperar con adolescente resulta una tarea bastante dificil. Desde mi propia experiencia, diré que pertenecí a una de las clases más complicadas de mi curso, no por decisión, sino porque así me tocó. Muchos eran los profesores que afirmaban estar delante del aula más caótico y conflictivo de los últimos años, pues tuvieron que hacer frente a múltiples situaciones: robos, acoso, agresiones etc. No obstante, quiero compartir con todos vosotros una de las situaciones más graves ocurridas en mi clase de cuarto de la ESO, y, como no, con la profesora de castellano, o lo que aquí llamamos "lengua y literatura". 

A puertas de acabar la ESO y pasar a bachillerato, uno de mis compañeros de clase tuvo que ser expulsado un par de días por intentar agredir a la profesora en un ataque de ira. Casualmente, si bien pertenecía al grupo de los chicos "populares" y al mismo tiempo conflictivos de nuestro curso, nunca había tenido problemas con los profesores, quitando alguna gresca de no demasiada importancia. 

Nuestra entonces profesora de castellano, Berta, estaba a punto de jubilarse, tanto que únicamente le quedaba una semana para conseguir el ansiado descanso tras años y años de docencia. ¡Y entonces ocurrió! Un día normal de clase, estaba explicando en la pizarra alguna noción general de literatura española y tuvo que llamar un par de veces la atención a mi compañero porque su voz sobresalía continuamente, y claro está, no estaba comentando ninguna de las explicaciones de la profesora. Tras varias llamadas de atención, la profesore optó por elevar la voz y decirle que, en ese caso, acabaría por sacarle al pasillo. Ante estas advertencias, el adolescente comenzó a gritar de manera agresiva a la profesora hasta llegar a amenazarla con  "cuidado con lo que haces que te cuelgo de la pizarra" e intentar arrojarle una silla. La profesora se quedó sin palabras y unas cuantas lágrimas asomaron de sus ojos, ya no solo ante la sorpresa de lo que estaba sucediendo, pues era la viva imagen del miedo. En ese momento, algunos compañeros se levantaron para agarrar la silla que este chico estaba a punto de lanzar a la profesora y tratar de tranquilizarlo. 

Lo realmente sorprendente fue que la profesora no se sintió capaz ni de expulsar de clase a su alumno, fue ella quien con las lágrimas aun en los ojos decidió recoger sus cosas y abandonar el aula. Evidentemente, esta información se puso de manifiesto entre profesores, y la propia Berta pidió a sus compañeros docentes no volver a pisar esa clase nunca más, de manera que dejó de impartirnos castellano cuando tan solo le quedaba una semana de docencia. Ningún profesor es perfecto, pero lo que tengo claro es que ¡Nadie, en ningún caso, se merece ese trato! Tal fue la verguenza y la pena que llegué a sentir que hoy es el día en el que recuerdo con total claridad todo lo ocurrido, y para mí, el castigo impuesto al alumno no fue suficiente. 


En mi caso, y desde mi inexperiencia, creo que nadie está nunca preparado para enfrentarse a una situación como tal, y menos aun, saber responder con asertividad y templanza. Probablemente yo hubiera actuado antes que ella, ante los gritos del alumno le hubiera echado de clase y hubiera llamado a su tutora y a sus padres, pero no sé hasta qué punto puedes guardar las composturas y no bloquearte en esta situación. Parece fácil decirlo, pero al fin y al cabo todos somos personas y sentimos miedo e inseguridad alguna vez, y más cuando una persona te amenaza e intenta agredirte. Considero que la educación empieza en casa, y que los alumnos deberían ser educados para que en ningún momento se les pasase por la cabeza hacer nada así a nadie, y mucho menos a un profesor. 
Espero que si algún día llego a ponerme al frente de un clase no tenga que lidiar con estos problemas, aunque tengo claro que ninguno estamos exentos. 


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