La importancia de la música

La importante de la música 

En la actualidad, la asignatura de música se imparte unicamente en primaria y secundaria. En mi caso, dejé de recibir clases de música en 3 de la ESO, siendo una de las asignaturas que más interesantes y divertidas me parecian. No obstante, no pensaba lo mismo en primaria, puesto que pasé seis cursos haciendo exámenes de flauta: de semana en semana nos hacían aprendernos una partitura más o menos simple para luego mostrar nuestras "dotes artísticas" en clase. En mi caso, la "txirula" o flauta no era un instrumento que me resultase en exceso motivante, por lo que decidí no invertir mi tiempo en practicar con ella, prefería jugar con mis amigos en el parque que pasar horas en casa practicando. De modo que, finalmente, en cuarto de primaria suspendí música, y esto acarreó una importante llorera. 


Después de este varapalo, me di cuenta de que, puesto que no era una erudita en el manejo del instrumento, necesitaba dedicar unas horas de ensayo para aprobar la asignatura. Y así, poco a poco empecé a subir la nota hasta finalizar primaria con un 8 en música. 

En secundaria la situación cambió, si bien seguiamos practicando la flauta, la profesora nos hacía cantar en clase mientras ella nos acompañaba con el piano, y no sé si es porque siempre me ha gustado mucho cantar, o porque ya desde los 8 años pertenecía a un coro, pero en las clases de música me sentía como pez en el agua. A medida que iba pasando la asignatura notábamos un gran cambio en nuestras capacidades musicales: hacíamos voces, metíamos coreografías etc., hasta que la propia profesora decidió montar un coro que ensayaba en las horas del recreo. Sorprendentemente nos apuntamos más gente de la que se preveía, ningun chico, eso sí (parece ser que todos preferían invertir sus 20 minutos de descanso en jugar al fútbol). 

El grupo empezó un poco titubeante, la afinación brillaba por su ausencia y la gente perdía demasiado tiempo en hablar -lo que al mismo tiempo cansa las cuerdas vocales-, pero el trabajo en equipo y la insistencia de la profesora dieron su fruto, así que, en menos de un año, nos vimos envueltas en un concurso de coros. ¿Que si ganamos? No, probablemente no llegamos ni a clasificarnos para la final, pero fue una bonita inicitiva con la cual gente que no había estado relacionada con la música y que solo se atrevía a "cantar en la ducha", se dió una oportunidad en este mundo. Siendo realistas, las voces no eran buenas y las armonías salían un poco despistadas, podría decir que se utilizaba la técnica del agilucho "rondábamos las notas pero no llegábamos a darlas", no obstante, nadie decía nada a nadie, éramos conscientes de nuestras limitaciones e intetábamos que saliese lo mejor posible. 

En mi caso, tras finalizar cuarto de la ESO decidí dejar ese grupo, tenía suficiente con el coro en el que llevaba desde mi infancia, pues la directora cada vez pedía más de nosotras y exigía partituras y armonías más complicadas. No obstante, ¡Nada es para siempre! y tras 13 años en "ELAI" (así es como se llama mi antiguo coro), decidí salir de él al darme cuenta de que la directora no respondía a sus labores como líder del grupo. En cambio, no dejé de hacer música, decidí apuntarme a clases individuales de canto y me apunté a una Zarzuela de la que sigo siendo parte en la actualidad. En ocasiones viene bien tomar un respiro y conocer distintas asociaciones musicales, ponerse bajo el mandato de otros directores, relacionarse con otros cantores etc. 

Si me preguntasen lo que significa para mi la música, respondería lo siguiente: " es el instrumento que consigue calmarme y hacer que me evada de los problemas del día a día", desde que tengo 10 años me he acostumbrado a escuchar música antes de dormir, y es el día que no puedo conciliar el sueño sin antes escuchar tres o cuatro canciones. Podría decir que es mi cura, una forma de felicidad, y cantar, sin embargo, mi única forma de escapismo. Cuando canto siento que se para el mundo por un momento, pierdo la noción de lo que ocurre en mi alrededor, es mi forma de expresar aquello que siento y no soy capaz de decir, ya sea alegría, tristeza, incomodidad, o simplemente, otras muchas sensaciones a las que no puedo, siquiera, poner nombre. Me gustaría que todo el mundo sintiese lo que yo siento cuando canto durante unos segundos, porque estoy segura que la música sana, y yo soy un claro ejemplo de ello. 


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